Entradas

A veces

 A veces, me encuentro a mitad de camino de un verbo que teme salir de mi boca  y existir. Temo que la redundancia de sonido en mi mente y en mi oído se sientan más verdad que los pensamientos formados en torno a esa idea. A veces, solo soy a la mitad porque mostrarme entera exige sentir la certeza de que lo que soy  para mí es suficiente. Exige tener la fuerza necesaria para defenderme con uñas y garras de lo ajeno - y de lo propio. A veces,  se me atascan los versos en los labios el sabor de las palabras no pedidas ni medidas borbotean en mi garganta y entonces solo entonces existo.

Cajón de sastre de sentimientos no pedidos

La fragilidad con la que la gente hace y deshace me abruma. La poca importancia que le dedican a la ternura y al cuidado. La dicotomía de que haya vínculos de primera y de segunda. El sentirse parte de algo cada vez más pequeño y asfixiante. Supongo que ya fuimos   y ahora solo quedan pedazos en la memoria de una historia que se cuenta a media voz y que en un futuro recordaré con cariño. No hubo despedidas, no hubo. Incluso tras las múltiples conversaciones e intentos en vano de buscar cómo ser de nuevo. ¿Igual siempre permití esto? ¿igual aceptaba ser un plato frío que de vez en cuando decidías acoger? Estoy cansada de encontrarme cambiando los tiempos de un verbo que en ese momento fue nuestro.  Dudando de las etiquetas que dan nombre a aquello que sentíamos, aunque siempre tuve claro que no describían lo que sentía y eres...¿eras? para mí. Vivir, es transitar experiencias estando presentes; pero a mí la incertidumbre siempre me ha generado añoranza de cosas que fueron y añoranza de

Supongo

Supongo que a veces  En el medio término de un silencio Me encuentro descubriendo las palabras calladas de mi mente En la comisura de mis labios. Supongo que a veces Sin quererlo Mi respiración esconde las emociones estancadas en mitad de mi garganta Se hacen grande y crece ese silencio  Que más que aliviar, perturba. Supongo que a veces  Complacer no es un acto de cuidado  Sino una manera de pasar desapercibida  De no hacer ruido en un lugar Donde ser vista se siente peligro. Supongo, Que a veces ser la chica callada, La que no da ruido, Es más valiente que no serlo.

Arder

Arde. Arde el deseo de cambio, arde el deseo de conexión. Arde. A veces me queman los sentimientos por dentro. No quiero vivir a la espera, no quiero vivir atada al sistema.  Arde. Arde mi deseo en las noches más oscuras. Arden mis ojos al verte. Solo quiero que sepas que cuando tus pies caminen distinto, aquí habrá tiempo y lugar para volver. Querré saber si tu deseo ardió Si sentiste distinto. Si al confiar funcionó. Arde. El fuego no se extingue, siempre se aviva.  Yo solo quiero explorar el deseo, el cuidado. Sentir que donde caben dos caben tres. Cada mano es diferente. Cada caricia es única. Hogar, se siente la suma de todo lo que me genera calma, en ello estás tú, en ello estoy yo - pero no sólo tú ni sólo yo.  Arde.  Arde el deseo de intimidad. La vulnerabilidad me atrapa entre sus flores. El sentirme humana parece algo que ya no es estanco. Ahora siento el dinamismo de la vida corriendo a través de mi mente. Y a pesar de que todo sea un fluir, una corriente... Arde. Arden mis

Culpa

Los espacios que mi mente llena de conversaciones conmigo misma a veces están repletos de melancolía y otras muchas aparece la culpa como máxima ejecutora del diálogo. Ni siquiera sabe normalmente por qué está ahí. Acechante. Se sienta en la sala, como si el lugar fuese suyo, y ocupa todo espacio y resquicio en blanco. Lo llena todo de un color ambiguo y me deja sensaciones que acallan todo lo demás. La culpa no tiene nombre propio A veces se convierte en mí. A veces en otros. A veces no es nadie. Te muestra un carrusel de situaciones donde te señala Siempre, directa o indirectamente: tú Si había ventanas abiertas las cierra. Se siente cómoda en la oscuridad. Aunque sea redundante, la culpa no tiene culpa. La culpa existe.  Al principio me costaba hacerle hueco. Lo hacía todo suyo y no dejaba sitio a nada más. Pero a la culpa hay que saberla ver. A la culpa hay que mirarla a los ojos y decirle que le entiendes.  Que tiene un sitio, un espacio, un lugar; pero que no puede arrasarlo todo

Huyendo

Llevo toda la vida huyendo.  Huyendo y escondiéndome.   Prometiéndome a mí misma que el cambio estaría en el mañana. Enfocándome en conseguir aquello que pensaba que me daría paz   ¿Y sabéis qué?  Que no me la dio   Ahi es cuando empece a esconderme. Mi mayor miedo a no encajar, a la soledad se hizo tangible.  En los pocos espacios que sentía que era yo n o tenia voz  y  las pocas cosas claras que  tuviese vieron calladas por el amor. No me malinterpretéis, l a culpa no es del sentir.  Ni siquiera es mía, pero si que debí escucharme más y  cuidarme más.  Estaba escondiéndome y sin voz.  Y como alguien que se esconde y no tiene voz primero llegaba mi pelo a los sitios y luego yo.  Aún recuerdo las palabras de mi amiga cuando empezó a funcionarme la terapia:  "ahora te da igual que se te vea la cara".  Lástima que tardase tres años mas en ser consciente de lo que quería, q ue tardase tres años más en empezar a tener algo de voz, a yo misma darme mi sitio y que no me molestase e

Versiones

Los espejos me devuelven el reflejo de todo aquello que un día fui  y hoy no es más que un recuerdo en forma de imagen en mi memoria.  Las arrugas en mi frente me confirman que las expresiones de mi cara siempre se mantuvieron  Y las marcas de mi piel me dicen que he vivido. Ojalá volver a aquellos momentos donde recorrerme entera era algo más sencillo que todo aquello que soy hoy; Sin embargo en mi pupila sigo viendo reflejada las sonrisas de todo aquel que un día me miró  Y me proyecto, quizá menos de lo que debería, como esa niña risueña, con o sin flequillo, que solo quería ser vista. Entonces me miró en ese espejo, En el aqui y el ahora,  Y me veo siendo todas esas versiones que confluyen en mí.